ESTE TEXTO SE TRABAJARÁ CON ESTUDIANTES DE LOS GRADOS 11º A Y 11º B
INSTITUCIÓN
EDUCATIVA “LOS COMUNEROS”
COMPRENSIÓN
DE LECTURA
“EL TEATRO DEL BIEN Y DEL MAL”
En la lucha del bien
contra el mal, siempre es el pueblo quien pone los muertos.
Los terroristas han
matado a trabajadores de decenas de países, en New York y Washington, en nombre
del bien contra el mal. Y en nombre del bien contra el mal el presidente Bush
jura venganza: “vamos a eliminar el mal de este mundo”, anuncia.
¿Eliminar el mal?
¿Qué sería del bien sin el mal? No sólo los fanáticos religiosos necesitan
enemigos para justificar su locura. También necesitan enemigos para justificar
su existencia la industria de armamentos y el gigantesco aparato militar de los
Estados Unidos. Buenos y malos, malos y buenos: los actores cambian de
máscaras, los héroes pasan a ser monstruos y los monstruos héroes, según exigen
los que escriben el drama.
Eso no tiene nada de
nuevo. El científico alemán Wernher Von Braun fue malo cuando inventó los
cohetes V-2, que Hitler descargó sobre Londres, pero se convirtió en bueno el día
en que puso su talento al servicio de los Estados Unidos.
Saddam Hussein era
bueno, y buenas las armas químicas que empleó contra los iraníes y los kurdos.
Después se amaló. Ya se llamaba Satán Hussein cuando los Estados Unidos, que
venían de invadir Panamá, invadieron Irak porque Irak había invadido Kuwait.
Bush padre tuvo a su cargo esta guerra contra el mal. Con el espíritu
humanitario y compasivo que caracteriza a su familia, mató a más de cien mil
iraquíes, civiles en su gran mayoría.
Aunque ahora el líder
de la civilización esté exhortando a una nueva cruzada, Alá es inocente de los
crímenes que se cometen en su nombre. Al fin y al cabo, Dios no ordenó el
holocausto nazi contra los fieles de Jehová y no fue Jehová quien dictó las
matanzas de Sabra y Chatila ni quien mandó expulsar a los palestinos de su
tierra.¿Acaso Jehová, Alá y Dios, a secas, no son tres nombres de una misma
divinidad?
Una tragedia de
equívocos: ya no se sabe quién es quién. El humo de las explosiones forma parte
de una mucho más enorme cortina de humo que nos impide ver. De venganza en
venganza, los terrorismos nos obligan a caminar a los tumbos. Veo una foto,
publicada recientemente: en una pared de New York, alguna mano escribió: “ojo
por ojo deja al mundo ciego”.
La espiral de la
violencia engendra violencia y también confusión: dolor, miedo, intolerancia,
odio, locura. En Porto Alegre, Brasil, el argelino Ahmed Ben Bella advirtió:
“Este sistema, que ya enloqueció a las vacas, está enloqueciendo a la gente”. Y
los locos, locos de odio, actúan igual que el poder que los genera.
Un niño de tres años,
llamado Luca, comentó en estos días: “al mundo no sabe dónde está su casa”. Él
estaba mirando un mapa. Podía haber estado mirando un noticiero.
Autor:
Eduardo Galeano. Terrorismo y otros maleficios. 2002
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