Hispanohablantes:
la rígida sujeción a la norma
Hace tres siglos, los hispanohablantes nos acostumbramos a someternos a
una rígida norma lingüística dictada bajo el principio de autoridad, al
punto que hoy, en pleno siglo XXI, muchos sienten la necesidad de que
alguien les diga lo que está bien y lo que está mal. El castellano es en
este punto diferente en otras lenguas, cuyos hablantes reconocen con
mayor facilidad el hecho de que la lengua es un fenómeno vivo y
cambiante y saben que la norma es apenas una tentativa de aprehender el
idioma real hablado por las multitudes. «Tengamos en cuenta la norma,
usémosla como referencia, como modelo —que es lo que la palabra norma
significó para Cicerón, para Horacio y para Plinio— pero al mismo
movámonos al ritmo de las transformaciones de la sociedad, estemos
atentos al cambio lingüístico, que siempre precederá a las normas, a las
Academias y a los Diccionarios», expresó Ricardo Soca en esta ponencia
en el V Congreso Latinoamericano de Traducción e Interpretación,
realizado en mayo en Buenos Aires.
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