Escuchar no es abrir los oídos mientras mantenemos clausuradas y a buen recaudo las decisiones, adoptadas con independencia de lo que se nos diga. No es un ejercicio misericordioso o de condescendencia para atender a quien habla, a fin de poder decir que ya se ha cumplido el requisito de hacerlo. No es una cortesía, es un elemento fundamental para el reconocimiento del otro y para que haya realmente diálogo. Es estar dispuesto a cuestionar lo que uno propone, defiende, o ya piensa. El objetivo no es poder decir que ya se ha hablado, como coartada para permanecer impasible en la propia posición...
FUENTE: ELPAIS.COM http://blogs.elpais.com/el-salto-del-angel/2012/05/el-valor-de-escuchar.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario