No siempre los malvados fueron tan malos como en la actualidad. La palabra procede del latín vulgar malifatius, formada por malus 'malo' y fatus 'destino', y se empleó inicialmente para referirse a las personas desdichadas, condenadas por el hado a una existencia desgraciada.
Malvado tuvo una evolución semejante a la de miserable, que primero se refirió a las víctimas de la miseria, pero que hoy alude también a las personas malvadas, de comportamiento canallesco.
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