miércoles, 29 de octubre de 2014

REDES SOCIALES Y LENGUAJE


El lenguaje ha vivido en los últimos años algo que muchos denominan revolución lingüística. Un nuevo vocabulario se apodera de las pantallas y se va abriendo lentamente hacia otros aspectos y plataformas de la vida, llegando incluso a instalarse en el habla cotidiana y alcanzar una rotunda popularidad.
La literatura, por supuesto, no está exenta de estos cambios. Tal es así que la narrativa y la poesía de los nuevos autores suele combinar un uso puntilloso del lenguaje con ciertas abreviaturas y símbolos que, si no estamos familiarizados con las redes sociales, puede que nos resulten de naturaleza ilegible. Sin querer volvemos a repensar lo dicho por Wittgenstein, ¿es el lenguaje lo que nos cambia o lo transformamos porque necesitamos acomodarlo a nuestra vida?
Sea cual sea la respuesta, es evidente que estos cambios son los responsables de la aparición de dos corrientes bien diferenciadas en la lingüística. Por un lado se encuentran los profesionales que abogan por estos cambios y proponen la construcción de nuevas formas de comunicación donde los nuevos medios formen parte de la vida. Por el otro, los que rechazan estos argumentos y aseguran que estas tendencias empobrecen y atentan contra la vida de nuestro idioma.
Nuevos términos en el habla
Junto con los nuevos símbolos que se entrometen en el lenguaje escrito, en esa microliteratura que circula a través de Internet, aparecen también un montón de términos anglosajones que se disfrazan y consiguen pasar desapercibidos en nuestro idioma. Términos como Spam, Password, Blog, e incluso verbos como googlear o postear ya no nos resultan extraños y sabemos exactamente qué significan cuando los leemos. Porque, alguien que no sabe googlear hoy en día, es una persona que se ha perdido lo mejor de Internet: la posibilidad de encontrar lo que sea en un inmenso mar de información. Y, por supuesto, ¿cómo olvidarlos? También parte de estos cambios es la incorporación de los emoticones a la escritura; a través de los cuales podemos expresar emociones sin palabras.
El lenguaje se ha ampliado de formas sorprendentes, alcanzando un nivel de complejidad estrepitoso. Lo curioso de todo esto es que en realidad, se ha hecho más complejo por la cantidad de signos de los que disponemos para decir algo; pero la forma de comunicarnos se ha vuelto más sencilla: ahora podemos decir mucho más de lo que sentimos con pocas palabras. Porque esa es otra cosa que nos exigen las nuevas comunicaciones, el aprender a decir mucho con poco, o poco con poco o nada con poco. Mensajes breves, eso es lo único que importa: lo que hagamos con ello depende de cada uno...



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