El castellano se ha convertido en la segunda lengua materna más hablada del mundo, según reveló el pasado noviembre la revista Ethnology. A
pesar del dato, en el ámbito de la ciencia escasea la presencia de este
idioma. Sólo el 0,3% de las investigaciones publicadas en revistas
científicas está escrito en español, según datos del Índice de Citaciones Científicas (SCI, del inglés). Por ello, el V Congreso de la Lengua no ha querido dejar esta cuestión fuera de su programa.
«La historia de la humanidad tiene por centro la ciencia y la
tecnología», afirma el miembro de la Academia de Ingeniería y de la
Academia de Letras de Uruguay, y conferenciante del congreso, Juan
Grompone. Según este experto, «en los siglos XVI y XVII el español era
una lengua creadora en ciencia y tecnología debido a su dominio de los
océanos y a la exploración de América». Sin embargo, «a medida que
España dejó de ser vanguardia en ciencia, fue disminuyendo su creación
de neologismos», añade.
El lobby anglosajón
El peso del inglés en el ámbito científico ha provocado que este sea
conocido como «el esperanto de la ciencia», según afirmó recientemente
la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel. El motivo de
esta hegemonía proviene del propio sistema, puesto que la gran mayoría
de las revistas científicas de impacto sólo publica artículos escritos
en inglés, lo que obliga a los investigadores a adaptarse a esta norma.
La movilidad geográfica es habitual en ciencia, y es frecuente que en
los laboratorios convivan investigadores de varias nacionalidades que
emplean el inglés como lengua franca. Según la profesora del
Departamento de Lingüística Aplicada a la Ciencia y la Tecnología de la
Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y coautora del libro El
español, lengua para la ciencia y la tecnología, Verónica Vivanco, «los
investigadores tienden a citar más a los autores angloparlantes».
Entre las causas de la devaluación del español en la ciencia
se cita al propio ciudadano. «La sociedad es refractaria a la ciencia y
la tecnología, es un problema de absoluta indiferencia», señala el
ingeniero de la UPM Daniel Martín, coautor del libro antes citado. «Se
produce más ciencia en Europa que en EEUU, pero su impacto en la
sociedad es mucho menor», dice Vivanco. Los expertos coinciden en la
necesidad de estimular los soportes de la ciencia en español para
cambiar el panorama, ya que, según Martín, «un país sin ciencia es un
país sin influencia».
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